Desorientación, insatisfacción, desmotivación, son los grandes males de esta época, junto con la falta de tolerancia, firmeza o aguante, entre otros. EL derrumbe ante los procesos de crisis o dolor «derrumbe emocional», entender que el proceso de la vida también conlleva no sólo camino de rosas y perfección o alegrías, que se puede lidiar y aprender a ser felices, incluso en aquello que no nos gusta, decepciona o nos hace caer en sufrimiento, encontrar alternativas plausibles, lidiar con las desventuras y con lo que rompe nuestro programa de pensamientos o creencias.
Viviendo y experimentando la existencia como nuevas posibilidades, donde nada es lineal y que al final sucede, como si fueras el capitán de tu propio barco en alta mar, un tira y afloja, según la vida te vaya confrontando.
Nos venimos abajo ante el más mínimo desajuste o expectativa no cumplida, tiramos la toalla y dejamos a medias aquellos objetivos propuestos, incapaces de sobreponernos, mermada nuestra capacidad combativa o de creatividad. La falta de fe, iniciativa o de posibilidades de crear algo nuevo, quedan vetado o postergado.
“El mundo se nos cae encima”.
¿Qué explicación les podemos dar a ellos? ¿No es egoísmo a modo comunitario y, aportarle tan poco valor a la vida, a la propia existencia y al tiempo que transcurrimos en ella?
Con el tiempo a pesar de tener todo más a nuestro alcance, mayores beneficios y bienestar social, la ciencia de la ingeniería de la vida, está hoy por hoy, aletargada y en declive a modo humanus, las estadísticas no hacen más que imperar, que han aumentado considerablemente las enfermedades mentales, intentos de suicidios,… en definitiva, somos más infelices.
Se trabaja más con el enfoque de aparentar ser, que en las verdaderas cualidades del SER, como “ser” único, ontológicamente dimensional, con capacidad combativa, fortaleza espiritual, resiliente, libre, responsable, transcendente… más allá de nuestros condicionamientos psicológicos, sociales o somáticos. (Leer también: El Origen del Espíritu humano)
En palabras de Frankl (1992): “El vacío existencial no se manifiesta necesariamente. Puede permanecer latente, larvado, enmascarado. Y conocemos diversas máscaras detrás de las cuales se esconde el vacío existencial”.
Viktor Frankl, fue el creador de la “Logoterapia-análisis existencial”, una psicoterapia basada en las fortalezas del ser humano que residen en la dimensión espiritual o logos, trata al individuo ante la pérdida del sentido existencial y aporta, vehículos, herramientas que ayudan a encontrar posibilidades de sentido, trabajando o fortaleciendo los valores. Como terapia específica o inespecífica, complementaria, brinda una oportunidad de ayuda, clarificación en momentos de crisis, bloqueos, desorientación o para las diferentes tipos de neurosis, como terapia más específica, en las neurosis noógenas.
Olivia Armas