No fue una crisis existencial, pero se le parecía.
A mis treinta y tantos años, con una carrera aparentemente estable… aunque algo suscitaba en mi interior sin apariencia clara, pero con una inquietud y desazón que obligaba a descuidar mi sueño, levantándome por las mañanas con falta de energías e incluso algo de tristeza, pero en apariencias, mi vida personal estaba tranquila. Me encontraba despertando cada mañana, con una sensación de vacío que no podía explicar. No era tristeza, ni desesperación; era más bien una pregunta constante y silenciosa: ¿Esto es todo lo que hay?
La respuesta llegó en forma de una conversación casual con un amigo. Me habló sobre el coaching existencial, un enfoque que no había escuchado antes. “Es como terapia, pero no del todo” me dijo. “No te puede ayudar a resolver problemas concretos, sino a encontrar un propósito…” Intrigada y un poco escéptica, decidí indagar más.
¿Qué es el Coaching Existencial?
El coaching existencial, según aprendí, se basa en las ideas de la filosofía existencial, especialmente en las de pensadores como S. Kierkegaard, Friedrich Nietzsche, Jean-Paul Sartre o como el creador de la logoterapia (rama de la psicología), médico y filósofo, profesor, Viktor Frank (Leer también: El origen del espíritu humano); con aportes metodológicos y disciplina orientada a la búsqueda de sentido existencial. A diferencia de otros tipos de coaching que buscan metas específicas, como perder peso o avanzar en tu carrera, este enfoque te invita a mirar más allá de lo superficial. ¿Quién eres realmente? ¿Qué valores te guían? ¿Qué significa una vida auténtica para ti? Indagando en capas más profundas del ser humano.
Estas preguntas no son fáciles de responder, y eso es precisamente lo que hace este tipo de coaching tan poderoso. No hay recetas ni consejos universales, porque la vida de cada persona es única. El coaching existencial es, en esencia, una conversación profunda contigo mismo, guiada por alguien que sabe cómo sostener el espejo para que veas con claridad.
Mi Primera Sesión: El Inicio del Viaje
Mi primer encuentro con un coach existencial fue más revelador de lo que esperaba. Me preguntó: “Si no estuvieras limitada por el miedo o las expectativas de otros, ¿cómo sería tu vida?” La pregunta me dejó en silencio. Era tan sencilla y, al mismo tiempo, tan incómoda.
Me di cuenta de que muchas de mis decisiones habían sido influenciadas por lo que “debería hacer” en lugar de lo que realmente deseaba. Elegí mi profesión porque prometía estabilidad, no porque me apasionara. Mantuve relaciones porque era lo esperado, no porque fueran genuinas y auténticas. Poco a poco, entendí que estaba viviendo una versión de mí misma diseñada para agradar a otros, pero no para satisfacerme a mí. Me vi, que mis últimos años habían sido en apariencias, fingiendo ser alguien quien no era, preocupándome por obtener cosas innecesarias por el mero hecho de aparentar y mostrar mis éxitos, como con el resto de todo lo que ocupaba mi vida.
El Poder de las Preguntas Profundas
El coaching existencial no se trata de darte respuestas, sino de guiarte a través de las preguntas correctas. Con el tiempo, mi coach me ayudó a explorar conceptos fundamentales que nunca me había detenido a considerar: libertad, autenticidad, responsabilidad, propósito…
Por ejemplo, discutimos el concepto de libertad, algo que siempre había asumido que tenía. Sin embargo, me di cuenta de que mi libertad estaba limitada por mis propias creencias y por el miedo al fracaso. También exploramos la idea de autenticidad, que resultó ser más desafiante de lo que imaginaba. ¿Cómo puedo ser auténtica cuando muchas veces no sé realmente lo que quiero o cuando intento fingir adaptándome a mi medio social, aparentando seguridad y fortalezas que he descubierto que no tengo?
Resultados que No se Miden con Métricas
Una de las cosas más interesantes del coaching existencial es que no hay una meta final definida. No se trata de obtener un ascenso, encontrar pareja o ganar más dinero. Se trata de vivir una vida con sentido, lo cual es profundamente personal y subjetivo.
En mi caso, comencé a tomar decisiones más alineadas con mis valores, trabajando otros, que hasta ese momento desconocía como importantes, por estar absorta desperdiciando mis energías en intereses que me hacían infeliz (Puedes leer también: La culpa de la infelicidad). Cambié de trabajo, por ejemplo, no porque estuviera mal el anterior, sino porque me di cuenta de que no reflejaba quién quería ser. Empecé a decir “no” con más frecuencia y a reservar tiempo para las cosas que realmente me llenaban, como escribir y viajar, una de mis grandes pasiones. También aprendí a aceptar que la incertidumbre es parte de la vida, y que no necesito tener todas las respuestas ahora mismo.
¿Es para Todos?
El coaching existencial no es para quienes buscan soluciones rápidas o consejos prácticos. Es para quienes están dispuestos a explorar sus emociones, enfrentar sus miedos y reflexionar profundamente sobre sus elecciones. Es un viaje que requiere valentía, pero que ofrece recompensas invaluables: autoconocimiento, claridad y, sobre todo, una vida más auténtica, alineada.
Una Invitación a Reflexionar
Hoy, al mirar hacia atrás, me doy cuenta de que embarcarme en este proceso fue una de las decisiones más transformadoras de mi vida. El coaching existencial no resolvió mágicamente todos mis problemas, pero me dio algo aún más valioso: las herramientas para navegar mis propios dilemas y la confianza para tomar decisiones basadas en quién soy, no en quién creo que debo ser.
Si alguna vez te encuentras preguntándote si hay más en la vida, de lo que ves ahora, si te descubres como fue en mi caso, con una sensación de vacío que puede llegar a mermar tu estado físico, robarte el sueño, en desarmonía constante… Te invito a explorar esta opción. No tienes que tener todas las respuestas, solo la disposición para empezar a buscarlas.